Somos, simplemente, contadores de historias

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Internet ha estremecido los cimientos económicos de los medios tradicionales y ha roto todos los paradigmas. Pero la esencia del oficio sigue siendo la misma.

“Lo único que he querido hacer en mi vida –y lo único que he hecho más o menos bien– es contar historias. (...) Para mí, las historias son como juguetes. Y armarlas, de una forma u otra, es como un juego. Creo que si a un niño lo pusieran ante un grupo de juguetes con características distintas, empezaría jugando con todos, pero al final se quedaría con uno. Ese uno sería la expresión de sus aptitudes y su vocación. Si se dieran las condiciones para que el talento se desarrollara a lo largo de toda una vida, estaríamos descubriendo uno de los secretos de la felicidad y la longevidad”. Esas palabras fueron pronunciadas hace tiempo por el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez. Hoy, siguen vigentes, porque sintetizan la esencia del oficio periodístico: contar historias. Internet ha estremecido los cimientos económicos de los medios tradicionales, pero además  -y en esencia- ha abierto a la sociedad, en general, y a los periodistas, en particular, nuevas posibilidades y formas de contar historias. De paso, ha roto el paradigma de la comunicación unidireccional de “nosotros hablamos, ustedes escuchan”. 
Pero estas nuevas formas de contenido requieren el desarrollo de nuevas habilidades. Una simple galería de fotos puede contar una historia. Un audio puede contar una historia. Un video también lo puede hacer. Una infografía animada puede contar una historia.  El inventario se hace infinito. 
Se ha vuelto un lugar común decir que con internet cualquiera puede ser un editor. Que no se requiere una rotativa de 10 millones de dólares para producir y distribuir contenido. Que el periodismo se está produciendo fuera de los medios tradicionales. Esos lugares comunes sirven para demostrar que el entorno tecnológico está redefiniendo el perfil y las habilidades de los periodistas.
¿Cuáles habilidades? Mencionemos algunas: HTML, Flash, usabilidad, cómo escribir para internet, edición de audio y video, administración de comunidades en línea, análisis de métricas, formas alternativas de contar...  En fin. La lista puede ser abultada. Pero hay algo más importante y menos intimidante que todo eso: la habilidad para aprender nuevas cosas. Las ganas de jugar con nuestro juguete preferido, como proponía García Márquez. Las ganas de contar historias. Porque sea sobre un papel o sobre una pantalla, lo que vale sigue siendo una buena historia.

“Lo único que he querido hacer en mi vida –y lo único que he hecho más o menos bien– es contar historias. (...) Para mí, las historias son como juguetes. Y armarlas, de una forma u otra, es como un juego. Creo que si a un niño lo pusieran ante un grupo de juguetes con características distintas, empezaría jugando con todos, pero al final se quedaría con uno. Ese uno sería la expresión de sus aptitudes y su vocación. Si se dieran las condiciones para que el talento se desarrollara a lo largo de toda una vida, estaríamos descubriendo uno de los secretos de la felicidad y la longevidad”. Esas palabras fueron pronunciadas, hace tiempo, por el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez. Hoy, siguen vigentes, porque sintetizan la esencia del oficio periodístico: contar historias.

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Internet ha estremecido los cimientos económicos de los medios tradicionales. Pero además -y en esencia- ha abierto a la sociedad, en general, y a los periodistas, en particular, nuevas posibilidades y formas de contar historias. De paso, ha roto el paradigma de la comunicación unidireccional; de “nosotros hablamos, ustedes escuchan”. 

Pero estas nuevas formas de contenido requieren el desarrollo de nuevas habilidades. Una simple galería de fotos puede contar una historia. Un audio puede contar una historia. Un video puede contar una historia. Una infografía animada también lo puede hacer. El inventario se hace infinito. 

Se ha vuelto un lugar común decir que con internet cualquiera puede ser un editor. Que no se requiere una rotativa de 10 millones de dólares para producir y distribuir contenido. Que el periodismo se está produciendo fuera de los medios tradicionales. Es cierto. El entorno tecnológico está redefiniendo el perfil y las habilidades de los periodistas.

¿Cuáles habilidades? HTML, flash, usabilidad, cómo escribir para internet, edición de audio y video, administración de comunidades en línea, análisis de métricas, formas alternativas de contar...  En fin. La lista puede ser abultada. Pero hay algo más importante y menos intimidante: la habilidad para aprender nuevas cosas. Las ganas de jugar con nuestro juguete preferido, como proponía García Márquez. Las ganas de contar. Porque sea sobre un papel o sobre una pantalla, las buenas historias siguen siendo el lev motiv del oficio.