Ana Corina Sosa Machado divulgó el discurso de su madre, denunciando la corrupción y terror del régimen venezolano.
María Corina Machado: Discurso Nobel de la Paz leído por su hija en Oslo
Cortesía de diariopanorama
María Corina Machado recibió el prestigioso Premio Nobel de la Paz en una emotiva ceremonia celebrada en Oslo este miércoles, aunque lamentablemente no pudo asistir debido a circunstancias personales. En su representación, su hija, Ana Corina Sosa Machado, tuvo la responsabilidad de transmitir su mensaje ante la audiencia internacional.
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En su intervención, la joven expresó su esperanza de que su madre pudiera llegar esa misma noche y compartió su emoción por la posibilidad de reencontrarse con ella. Asimismo, manifestó que su madre planea regresar a Venezuela en un futuro cercano. En un acto de gran relevancia, Ana Corina leyó un discurso en el que se abordó de manera contundente la corrupción del régimen chavista, así como la instauración de un sistema dictatorial que ha generado un clima de terror, pobreza, división y la violación sistemática de derechos humanos, lo que ha forzado a miles de venezolanos a buscar refugio en el extranjero.
El contenido del discurso es un testimonio de la lucha del pueblo venezolano y se inicia con las siguientes palabras: Sus Majestades, Altezas Reales, distinguidos miembros del Comité Nobel, ciudadanos del mundo, mis queridos venezolanos:
He venido a contarles una historia, la historia de un pueblo y su prolongada búsqueda de libertad. Esta travesía me trae aquí, como la voz de millones de venezolanos que se han alzado nuevamente para exigir el futuro que siempre les ha correspondido.
Venezuela, forjada en la audacia, amalgama diversas culturas. De España hemos heredado un idioma, una fe y una cultura que se entrelazan con nuestras raíces indígenas y africanas. En 1811, redactamos la primera constitución de Hispanoamérica, la cual sentó las bases de los derechos individuales y la separación de poderes, afirmando una idea fundamental: la dignidad inherente de cada ser humano.
Nuestros antepasados llevaron la antorcha de la libertad, cruzando continentes desde el Orinoco hasta el Potosí, convencidos de que la libertad no es plena si no se comparte. Desde sus inicios, creímos en la inmensa verdad de que todos los seres humanos nacen libres. Esta convicción se convirtió en el espíritu que anima nuestra nación.
Durante el siglo XX, nuestra nación experimentó un florecimiento notable. En 1922, el Reventón de La Rosa en Cabimas, Estado Zulia, marcó el inicio de una era de riqueza petrolera y oportunidades. En tiempos de paz, aprovechamos esa riqueza para fomentar el conocimiento y la creatividad. Con la innovación de nuestros científicos, erradicamos enfermedades, fundamos universidades de renombre mundial y enviamos a miles de jóvenes a estudiar en el extranjero, confiando en que regresarían para transformar nuestro país. Nuestras ciudades se enriquecieron con el arte cinético de Soto y otras manifestaciones culturales.
