La ex presidenta de Chile, Michelle Bachelet, presenta su candidatura para liderar la ONU en competencia con Rafael Grossi.
En un contexto donde la igualdad de género y la representación femenina en los cargos de liderazgo son temas de creciente relevancia, la ex presidenta de Chile Michelle Bachelet ha afirmado con convicción que “el mundo está preparado” para que una mujer asuma la dirección de las Naciones Unidas, promoviendo así un liderazgo transformador que se distinga de los paradigmas tradicionales.
La trayectoria política de Bachelet, quien ha ejercido la presidencia de Chile en dos periodos (2006-2010 y 2014-2018), ha sido marcada por su compromiso con la justicia social y la igualdad de oportunidades. Su candidatura a la secretaría general de la ONU fue respaldada por el presidente Gabriel Boric, lo que resalta su influencia en la política chilena contemporánea.
Recientemente, Bachelet se reunió con el presidente electo de Chile, el ultraderechista José Antonio Kast, quien se encuentra en la posición de decidir si otorgará su apoyo a la candidatura de Bachelet una vez que asuma la presidencia de La Moneda el próximo 11 de marzo.
En la contienda por el liderazgo de la ONU, Bachelet no está sola; compite con otros destacados candidatos, entre ellos el argentino Rafael Grossi, actual director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), así como con la costarricense Rebeca Grynspan, secretaria general de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo; la mexicana Alicia Bárcena, secretaria de Medio Ambiente; y la primera ministra de Barbados, Mia Mottley.
Es relevante destacar que en los ochenta años de existencia de la ONU, ninguna mujer ha ocupado el cargo más alto de la organización, y únicamente un diplomático latinoamericano, el peruano Javier Pérez de Cuéllar, ha ejercido dicha función entre 1982 y 1991. Este hecho pone de relieve la necesidad de una reforma estructural en la representación de género en puestos de liderazgo global.
Según una práctica no formalizada, la secretaría general de la ONU se alterna entre diferentes regiones del mundo, lo que en esta ocasión favorecería a América Latina, y existe un consenso creciente en que el próximo líder del organismo debería ser una mujer. Bachelet ha enfatizado en entrevistas que “las mujeres pueden aportar características únicas y un tipo de liderazgo que combina firmeza con un enfoque humanitario esencial para abordar los desafíos globales actuales”.