El arrollado de pollo frío se presenta como una opción ideal para el menú navideño, combinando elegancia y facilidad en su preparación.
Con la llegada de la temporada festiva, la planificación del menú se convierte en un aspecto primordial. Las elevadas temperaturas y la necesidad de atender a un número considerable de comensales sugieren la selección de platos que sean prácticos, ligeros y que puedan ser elaborados con antelación. En este sentido, el arrollado de pollo frío se erige como una de las alternativas más destacadas para la mesa navideña, dado que armoniza un sabor exquisito, una presentación sofisticada y una preparación sencilla.
El proceso de elaboración inicia con la apertura de las pechugas de pollo por la mitad, tras lo cual se procede a aplanarlas con suavidad hasta alcanzar una superficie uniforme. Una vez que las pechugas están listas, se procede a condimentarlas por ambos lados y se disponen sobre una lámina de papel film, lo cual facilitará el ensamblaje del arrollado. Sobre el pollo, se distribuyen el jamón, el queso, la zanahoria rallada y el morrón, finalizando con la colocación de los huevos duros enteros en el centro.
Con precaución, se enrolla el pollo formando un cilindro firme, utilizando el papel film para asegurar que se mantenga compacto. Posteriormente, se envuelve nuevamente y se cubre con papel aluminio, garantizando así que conserve su forma durante el proceso de cocción. El arrollado de pollo se cocina en una olla con agua hirviendo durante aproximadamente 40 minutos, hasta que el pollo esté completamente cocido.
Una vez finalizado el proceso de cocción, se retira del agua y se deja enfriar antes de refrigerarlo durante un mínimo de cuatro horas. Este periodo de reposo resulta esencial para que el arrollado de pollo adquiera la consistencia necesaria y pueda ser cortado en rodajas impecables al momento de servir.
El arrollado de pollo frío se presenta en finas fetas y se sirve a una temperatura fría, acompañado de ensaladas frescas, papas al natural o ensalada rusa. Además de ser una receta rendidora y económica, su versatilidad permite incorporar variantes según las preferencias familiares, añadiendo otros vegetales o modificando el tipo de queso utilizado.
Este plato, clásico y siempre vigente, se mantiene como un elemento indispensable en la mesa festiva, ofreciendo la oportunidad de disfrutar de una comida deliciosa, fresca y sin complicaciones.