Durante el verano en Argentina, el aumento de la demanda eléctrica y el costo de vida obligan a buscar estrategias para ahorrar energía sin sacrificar el confort en el hogar.
En el contexto argentino, la llegada de diciembre representa un periodo marcado por el incremento de las temperaturas y la celebración de festividades. El intenso calor y las festividades de fin de año constituyen un desafío significativo para la población. Este fenómeno, que se intensifica cada verano, genera una presión considerable sobre los sistemas de climatización, enfrentando a los ciudadanos a un aumento en la facturación eléctrica a final de mes.
Un experto en aislación térmica señala que el uso excesivo de sistemas de refrigeración puede llegar a representar hasta un 25% del consumo eléctrico total en los picos de demanda. Esta situación se agrava cuando se utilizan equipos de refrigeración obsoletos, que pueden consumir hasta cuatro veces más energía que los modelos más recientes. Este aumento en el consumo provoca que las redes eléctricas se vean sometidas a una tensión considerable, comprometiendo la infraestructura existente.
Además, es pertinente considerar un aspecto estructural que a menudo se subestima. La percepción de altos costos en la factura eléctrica no siempre se debe a tarifas elevadas, sino a una inadecuada aislación térmica que provoca pérdidas de frío o ganancias de calor en el hogar. Una vivienda con deficiente aislamiento requiere que los sistemas de climatización operen el doble para alcanzar condiciones de confort, lo cual puede incrementar el consumo energético en un 35%. Por consiguiente, existen diversas estrategias cotidianas que pueden marcar una diferencia significativa.
Para optimizar el consumo de energía durante el verano, es fundamental prestar atención a la configuración del termostato. La recomendación general es mantenerlo en 24°C, que se considera el punto de equilibrio ideal. Asimismo, utilizar la función de deshumidificación puede contribuir a mantener la frescura sin sobrecargar el compresor del aire acondicionado. Un consejo adicional es combinar el uso del aire acondicionado con ventiladores, los cuales ayudan a distribuir el aire fresco, permitiendo aumentar la temperatura del termostato sin perder el confort.
Otro aspecto crucial en la reducción del consumo energético es la gestión adecuada de las ventanas. Aunque parece evidente, ventilar las habitaciones durante las primeras horas del día, cuando las temperaturas son más bajas, resulta fundamental. Posteriormente, es aconsejable cerrar herméticamente las ventanas y utilizar persianas o cortinas opacas durante las horas de máximo calor, actuando como una barrera contra la temperatura exterior. El mantenimiento regular de los sistemas de refrigeración también es esencial. Limpiar los filtros de aire cada 15 a 20 días y asegurar que la heladera tenga un correcto sellado evita el desperdicio de energía, así como limitar la apertura frecuente de su puerta.
Finalmente, pequeños cambios en los hábitos diarios pueden tener un impacto notable en la factura eléctrica. Por ejemplo, dejar los cargadores conectados cuando no se utilizan o mantener dispositivos encendidos sin necesidad puede incrementar considerablemente el consumo energético. La atención a estos detalles contribuye de manera efectiva a un uso más responsable de la energía, especialmente durante los meses de calor extremo.